La fumata  negra de este miércoles por la mañana en el Vaticano indicó al mundo  que los 115 cardenales reunidos en cónclave en la Capilla Sixtina no  habían elegido todavía al sucesor de Benedicto XVI.
           
Más de 3.000 personas, entre ellos grupos de italianos y  estadounidenses con banderas, estaban presentes en la plaza de San  Pedro a las 11H40 GMT de esta jornada lluviosa, cuando la chimenea  de cobre situada a la derecha de la basílica empezó a escupir un humo  menos denso que el del día anterior.
           
"¿Decepción? íNunca! Siempre esperando con esperanza e  ilusión. El Señor está aquí", declaró una monja peruana, la hermana  Consuelo, de la Congregación de las Canonesas.
           
La fumata fue el resultado de dos votaciones matutinas de  los cardenales electores, que llevarán a cabo dos rondas más durante  la tarde.
           
Entre tanto, se retirarán para el almuerzo a la Casa Santa  Marta, donde están alojados hasta que elijan al nuevo obispo de  Roma.
           
Los purpurados ya habían votado por primera vez en la  tarde del martes, sin que ningún nombre lograra los 77 votos  necesarios para convertirse en líder espiritual de los 1.200 millones de  católicos del mundo.
           
Esa primera votación, cuyo resultado era previsible, sirvió  para poner sobre la mesa los nombres de los favoritos y medir fuerzas.
           
Entre los nombres que barajan los expertos figuran el  italiano Angelo Scola, de 71 años y arzobispo de Milán, y tres  prelados del continente americano.
           
Se trata del brasileño Odilo Scherer, de 63 años, arzobispo  de Sao Paulo y considerado el candidato de la curia; del canadiense  Marc Ouellet, prefecto de la congregación para los Obispos y  discípulo de Benedicto XVI; y del mediático estadounidense Timothy  Dolan, de 63 años y arzobispo de Nueva York.
           
Hace ocho años, Benedicto XVI fue elegido en la segunda  jornada del cónclave, tras la tercera votación. El papa alemán renunció  el pasado 28 de febrero, alegando "falta de fuerzas" para seguir  cumpliendo su misión.
           
Los expertos coinciden en que este cónclave también  debería ser corto, pero la polarización podría alargarlo.
           
En ese caso, podría entrar en juego algún nombre que no ha  figurado en las quinielas, porque según un sabio refrán romano que  muchos repiten a menudo, "el que entra Papa en el cónclave sale  cardenal".
           
En el último siglo, sin embargo, ningún cónclave ha  superado los cinco días.
           
La prensa italiana apuesta fuerte por el arzobispo de Milán,  expatriarca de Venecia y promotor del diálogo religioso, especialmente  con el islam, quien al parecer dispondría ya de unos 40 votos.
           
En cualquier caso, el nuevo papa será un conservador,  puesto que todos los electores, nombrados por Juan Pablo II y  Benedicto XVI, tienen esa visión de la Iglesia.
           
Elección sin luto
           
La elección de un papa -que en esta ocasión, por primera  vez en siete siglos, no está rodeada del luto por el pontífice anterior-  es siempre una gran atracción en Roma y cada fumata congrega  muchedumbres.
           
Los técnicos del Vaticano se aseguraron esta vez de que, al  menos la fumata negra, se vea claramente, y no como en 2005, cuando  el humo que salía por la chimenea empezaba siendo gris antes de  cambiar hacia uno u otro color, creando confusión.
           
Según la prensa italiana, el elegido de entonces y hoy papa  emérito Benedicto XVI siguió el ritual de la primera jornada del  cónclave por televisión desde la residencia papal de Castelgandolfo (a  25 km al sur de Roma), donde reside a la espera de trasladarse a un  monasterio dentro de los muros del Vaticano, a escasos metros del  palacio apostólico.
           
Su secretario particular, Georg Gänswein, que mantiene su  cargo de prefecto de la Casa Pontificia, estará por tanto también al  servicio del nuevo papa, algo inédito en la historia de la Iglesia y que  genera muchos interrogantes por su rol de vínculo entre dos  pontífices.
           
Cuando un candidato alcance los votos necesarios para ser  elegido y acepte asumir la responsabilidad, se anunciará con una  fumata blanca acompañada por el redoblar de las campanas de San  Pedro, de las que se harán eco el resto de iglesias de Roma.
           
El nuevo pontífice elegirá entonces el nombre con el cual  quiere gobernar y vestirá por primera vez la sotana blanca, antes de  ser presentado a Roma y al mundo y pronunciar su primera bendición  "Urbi et Orbi" desde el balcón del Palacio Apostólico.

Humo negro después de tres votaciones para elegir al papa


La fumata  negra de este miércoles por la mañana en el Vaticano indicó al mundo  que los 115 cardenales reunidos en cónclave en la Capilla Sixtina no  habían elegido todavía al sucesor de Benedicto XVI.
           
Más de 3.000 personas, entre ellos grupos de italianos y  estadounidenses con banderas, estaban presentes en la plaza de San  Pedro a las 11H40 GMT de esta jornada lluviosa, cuando la chimenea  de cobre situada a la derecha de la basílica empezó a escupir un humo  menos denso que el del día anterior.
           
"¿Decepción? íNunca! Siempre esperando con esperanza e  ilusión. El Señor está aquí", declaró una monja peruana, la hermana  Consuelo, de la Congregación de las Canonesas.
           
La fumata fue el resultado de dos votaciones matutinas de  los cardenales electores, que llevarán a cabo dos rondas más durante  la tarde.
           
Entre tanto, se retirarán para el almuerzo a la Casa Santa  Marta, donde están alojados hasta que elijan al nuevo obispo de  Roma.
           
Los purpurados ya habían votado por primera vez en la  tarde del martes, sin que ningún nombre lograra los 77 votos  necesarios para convertirse en líder espiritual de los 1.200 millones de  católicos del mundo.
           
Esa primera votación, cuyo resultado era previsible, sirvió  para poner sobre la mesa los nombres de los favoritos y medir fuerzas.
           
Entre los nombres que barajan los expertos figuran el  italiano Angelo Scola, de 71 años y arzobispo de Milán, y tres  prelados del continente americano.
           
Se trata del brasileño Odilo Scherer, de 63 años, arzobispo  de Sao Paulo y considerado el candidato de la curia; del canadiense  Marc Ouellet, prefecto de la congregación para los Obispos y  discípulo de Benedicto XVI; y del mediático estadounidense Timothy  Dolan, de 63 años y arzobispo de Nueva York.
           
Hace ocho años, Benedicto XVI fue elegido en la segunda  jornada del cónclave, tras la tercera votación. El papa alemán renunció  el pasado 28 de febrero, alegando "falta de fuerzas" para seguir  cumpliendo su misión.
           
Los expertos coinciden en que este cónclave también  debería ser corto, pero la polarización podría alargarlo.
           
En ese caso, podría entrar en juego algún nombre que no ha  figurado en las quinielas, porque según un sabio refrán romano que  muchos repiten a menudo, "el que entra Papa en el cónclave sale  cardenal".
           
En el último siglo, sin embargo, ningún cónclave ha  superado los cinco días.
           
La prensa italiana apuesta fuerte por el arzobispo de Milán,  expatriarca de Venecia y promotor del diálogo religioso, especialmente  con el islam, quien al parecer dispondría ya de unos 40 votos.
           
En cualquier caso, el nuevo papa será un conservador,  puesto que todos los electores, nombrados por Juan Pablo II y  Benedicto XVI, tienen esa visión de la Iglesia.
           
Elección sin luto
           
La elección de un papa -que en esta ocasión, por primera  vez en siete siglos, no está rodeada del luto por el pontífice anterior-  es siempre una gran atracción en Roma y cada fumata congrega  muchedumbres.
           
Los técnicos del Vaticano se aseguraron esta vez de que, al  menos la fumata negra, se vea claramente, y no como en 2005, cuando  el humo que salía por la chimenea empezaba siendo gris antes de  cambiar hacia uno u otro color, creando confusión.
           
Según la prensa italiana, el elegido de entonces y hoy papa  emérito Benedicto XVI siguió el ritual de la primera jornada del  cónclave por televisión desde la residencia papal de Castelgandolfo (a  25 km al sur de Roma), donde reside a la espera de trasladarse a un  monasterio dentro de los muros del Vaticano, a escasos metros del  palacio apostólico.
           
Su secretario particular, Georg Gänswein, que mantiene su  cargo de prefecto de la Casa Pontificia, estará por tanto también al  servicio del nuevo papa, algo inédito en la historia de la Iglesia y que  genera muchos interrogantes por su rol de vínculo entre dos  pontífices.
           
Cuando un candidato alcance los votos necesarios para ser  elegido y acepte asumir la responsabilidad, se anunciará con una  fumata blanca acompañada por el redoblar de las campanas de San  Pedro, de las que se harán eco el resto de iglesias de Roma.
           
El nuevo pontífice elegirá entonces el nombre con el cual  quiere gobernar y vestirá por primera vez la sotana blanca, antes de  ser presentado a Roma y al mundo y pronunciar su primera bendición  "Urbi et Orbi" desde el balcón del Palacio Apostólico.

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